El acto del lanzamiento de la segunda edición del Concurso «Acciones Positivas» dejó mucha tela para cortar, no sólo por lo que implicó la convocatoria en sí misma. No son pocas las repercusiones que está alcanzando la Cámara de Comercio Suizo Argentina al proponerse reconocer y estimular a empresas, asociaciones sin fines de lucro y personas físicas que hayan generado iniciativas de impacto en la comunidad. No obstante, tanto durante el acto como en la rueda de prensa posterior, el Embajador Heinrich Schellenberg y Ernesto Kohen, Presidente de la CCSA, fijaron posiciones en torno a la relación comercial que unen a Suiza y Argentina. Con datos económicos y de negocios, dando cuenta de las ventajas y también de los obstáculos que supone desarrollar ese vínculo hoy día.
De acuerdo con estadísticas del BCRA (2006), Suiza es el séptimo inversor extranjero en la Argentina; aunque otros reportes más recientes lo ubican en el sexto lugar. Es un buen punto de partida para comprender los datos revelados por Schellenberg y Kohen durante el lanzamiento del Concurso «Acciones Positivas»: un 60% de las exportaciones argentinas hacia Suiza se resumen en un solo producto: el oro. El metal precioso es refinado en destino y, a su vez, reimportado hacia otros mercados en productos de relojería y joyería. La Argentina también vende a Suiza unos USD 100 millones al año en productos agrícolas. Pero es el oro el que hace que la balanza comercial bilateral tenga superávit para la Argentina. También se destacó que, de acuerdo con datos del Indec, en 2021 la Argentina exportó USD 921 millones a Suiza e importó de ese país USD 531 millones, lo que generó un superávit de USD 423 millones para Argentina. En sentido inverso, las exportaciones suizas a la nuestro país están muy diversificadas, con el sector farmacéutico como principal proveedor. Productos químicos, maquinaria, farmacéuticos y elojería encabezan la lista.
Kohen resaltó la antigua relación comercial entre ambos países, con grandes compañías suizas con extensa trayectoria en la Argentina. De hecho, la CCSA fue fundada en 1938 y hoy cuenta con más 80 empresas asociadas. También mencionó que la entidad mantiene un buen vínculo con el gobierno argentino a través del Ministerio de Desarrollo Productivo, que es su interlocutor para solucionar cuestiones vinculadas al comercio exterior de las compañías suizas. «El escenario de la actividad empresarial suiza en la Argentina es de compañías arraigadas en el mercado local desde hace mucho tiempo. A la vez, son pocas las nuevas compañías que llegan al país, ya que prefieren explorar oportunidades de instalarse en otros países de la región, como es el caso de Chile», aseveró.
A la hora de ofrecer detalles en torno a los obstáculos del vínculo comercial, el presidente de la entidad dijo que la principal dificultad a la que se enfrentan es la transferencia de fondos entre las filiales argentinas y las casas matrices. «Las autoridades argentinas dicen que la brecha cambiaria puede prestarse a abusos y eso es cierto, pero si hay dificultades para el pago de regalías, la operación en el país puede tener muchas complicaciones», explicó, al tiempo que reconoció que existe interés de compañías suizas en diversos sectores para expandir negocios en la Argentina. «Uno de los mercados que puede abrir nuevas oportunidades de negocio es la tecnología para el tratamiento de residuos, también hay interés en la minería y en algunos rubros alimenticios».
«En Suiza, los empresarios siempre tienen visión de largo plazo y eso es una ayuda. Les permite seguir navegando cuando las aguas están agitadas. No obstante eso, sí vemos que se podría hacer mucho más en la Argentina, existe un potencial enorme. Y también hay muchas oportunidades perdidas», señaló Schellenberg. «La estricta regulación cambiaria de la Argentina resulta el principal reclamo que escucha de las empresas, pero no el único. La inflación también es un reto, igual que la burocracia”, puntualizó.
No en vano, hoy por hoy, el reclamo de las empresas suizas incluye la dificultad para acceder a los dólares para pagar insumos importados; así como la imposibilidad de girar dividendos a las casas matrices. Otro de los problemas es el escaso diálogo con el Banco Central, aunque fluido con el Ministerio de Desarrollo Productivo. Con todo, la dificultad para ingresar importaciones que tienen licencias no automáticas y los derechos de exportación hacen que productos muy competitivos de la industria alimenticia, entre otros, queden fuera del mercado. «En condiciones normales, podrían producirse más y ser más exportados», afirman desde la cámara. También, coincidiendo con el embajador, está la inflación, que corroe ingresos y proyectos.
Pero si hubo un concepto que consiguió impactar en todos los presentes en la rueda de prensa es las empresas suizas podrían duplicar sus exportaciones desde la Argentina. Pero, como bien explicó el Embajador Schellenberg, las trabas no hacen más que provocar nuevas oportunidades perdidas.