Durante más de un año, el mundo ha estado lidiando con la pandemia de COVID-19. Hasta ahora, varias empresas han desarrollado una vacuna con el objetivo de crear inmunidad colectiva. La firma estadounidense Moderna, fundada por Stéphane Bancel, es una de las pioneras en este campo. Fue en el Foro Económico Mundial de Davos, en enero de 2020, donde este francés de 48 años evaluó la inminente crisis de salud. Luego decidió dividir su empresa en dos, una start-up que creó en 2010 que no era una entidad comercial antes de la crisis sanitaria: una parte seguía produciendo productos existentes y la otra se centraba en la investigación de una vacuna, con el objetivo de tenerlo aprobado por las autoridades médicas del mundo antes de fin de año.
La compañía norteamericana utiliza tecnología de ARN mensajero en su suero. Cuando se introduce en el cuerpo, esta molécula de información transmite un mensaje genético. «Las vacunas tradicionales se producen a partir de un patógeno debilitado o muerto. Cuando se inyecta en el cuerpo humano, desencadena una respuesta para combatir el patógeno y crear inmunidad, volviéndolo inofensivo», declaró Dan Staner, Vicepresidente de Moderna y Director para Europa.
El ARN mensajero se usa para transmitir información a nuestro cuerpo sobre los puntos débiles del virus. Nuestro sistema inmunológico los reconoce, produce anticuerpos específicos y, en caso de infección, es inducido a producir anticuerpos y combatir el virus. Esta tecnología ha demostrado su eficacia en un tiempo récord. Si bien sus competidores no tenían claro cuándo estarían disponibles sus vacunas para su uso, Bancel anunció en marzo de 2020 al entonces presidente norteamericano Donald Trump, que la vacuna Moderna estaría disponible para fines de año. «Nuestros equipos habían estado trabajando en la tecnología de ARN mensajero durante 10 años, por lo que ya se habían sentado las bases. Eso explica la rápida disponibilidad de nuestra vacuna», dijo Staner.
En diciembre de 2020, Estados Unidos se convirtió en el primer país en comprar y comenzar a vacunar a su población con la vacuna Moderna. Fue aprobado por Suiza el 12 de enero de 2021.
Fabricación en Suiza
Si bien las dosis de la vacuna Moderna utilizadas en los Estados Unidos también se producen allí, las vacunas distribuidas en Europa son fabricadas por Lonza en Suiza. Basada en el distrito Visp del Cantón de Valais, la compañía es conocida internacionalmente por su experiencia química y farmacéutica, incluida la fabricación de medicamentos para el tratamiento de la leucemia. Sin una fábrica en Europa para producir su vacuna a escala industrial, en mayo de 2020 Moderna firmó una asociación de 10 años con Lonza. «Lonza es una de las empresas líderes en el mundo en el desarrollo y fabricación de vacunas. Esta empresa suiza combina innovación tecnológica, producción global y excelencia, por lo que era un socio ideal para nuestro mercado», aseguró Staner.
Gracias a Lonza, que se estableció en Visp en 1909, el cantón de Valais es el segundo cantón de Suiza después de Basilea para la biotecnología. “Lonza no es solo un proyecto biotecnológico atractivo, también es el proyecto de toda una región: el desarrollo de nuestra empresa está creando puestos de trabajo y ya tenemos más de 64 nacionalidades representadas entre nuestros empleados”, declara Renzo Cicillini, Director de Comunicaciones y Marketing del sitio Visp de Lonza.
En menos de un año se instalaron en Valais tres líneas de producción del principio activo de la vacuna, donde 200 empleados se dedican a la producción diaria de 800.000 dosis. «Para nosotros era importante demostrar que éramos capaces de encontrar soluciones. Lonza ya era conocida mundialmente, pero es cierto que la lucha contra el coronavirus nos ha traído cierto éxito y ha reforzado nuestra reputación a nivel internacional», concluyó Cicillini.
Cuando operen a plena capacidad, las tres líneas de producción en Visp podrán producir 300 millones de dosis del ingrediente activo de la vacuna Moderna por año.