La inserción de las mujeres en el mercado laboral se encuentra concentrada en ciertas áreas específicas, en general vinculadas a roles de servicio: según el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, las mujeres representan el 73,6% en enseñanza, 71,2% en salud y 98,7% en trabajo doméstico remunerado.
En la misma línea, dentro de las empresas y organizaciones, las mujeres suelen concentrarse en funciones particulares tales como recursos humanos, comunicación, relaciones institucionales, atención al cliente, o bien en actividades administrativas o secretariales, es decir, áreas de apoyo y servicio, con poder de decisión limitado, que en general no se encuentran en el centro del negocio. De esta manera, por más de que crezcan en sus puestos y responsabilidades, no podrán alcanzar posiciones estratégicas de gestión. Esta problemática no solo repercute en las tareas realizadas, sino que además tiene como consecuencia una brecha salarial: los sectores más feminizados exhiben salarios que en promedio resultan menores a la media.
En lo que respecta a los estudios universitarios, la tendencia se repite: según un informe del IAE Business School (2019), solo el 33% de las mujeres en el país integra el universo de las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
La desigualdad de género en el mercado laboral se manifiesta de diversas formas. La metáfora “paredes de cristal” permite explicar las barreras invisibles que hacen que las mujeres tiendan a concentrarse en ciertas funciones. Esta tendencia se sustenta en estereotipos, prejuicios y sesgos inconscientes muy arraigados que suelen vincular a las mujeres con habilidades blandas, asociadas a lo emocional, y a los varones con capacidades técnicas y operativas, vinculadas con lo racional.
Sin dudas, derribar las paredes de cristal es un camino arduo en el que deben involucrarse distintos actores del sector público y privado. Para las empresas, el primer desafío es visibilizarlas de modo de comenzar a desnaturalizarlas y lograr así procesos de contratación y de promoción libres de sesgos.